Una pelea entre equipos rivales. Un enfrentamiento de la afición con el árbitro. Unos padres gritando al entrenador. Controversias entre un jugador y la Junta Directiva provocadas por la resolución de un contrato. Rivalidad entre jugadores del mismo equipo.
Una pelea entre equipos rivales. Un enfrentamiento de la afición con el árbitro. Unos padres gritando al entrenador. Controversias entre un jugador y la Junta Directiva provocadas por la resolución de un contrato. Rivalidad entre jugadores del mismo equipo
¿Os suenan estas situaciones?
Si no resolvemos estos conflictos, estamos fomentando un patrón de conducta que nuestros deportistas repetirán en el futuro.
Todos y cada uno de nosotros somos diferentes, en consecuencia, podemos pensar, actuar y reaccionar ante los problemas de manera también diferente.
Pensamos y actuamos sin tener que coincidir con las reacciones de los demás.
El caso es que, en nuestras convicciones y formas de ser, han intervenido multitud de elementos que han contribuido a que seamos distintos los unos de los otros; por nuestra historia personal, por los gustos y deseos, por los valores, la educación o las necesidades.
Y como no puede ser de otro modo, estas diferencias también se manifiestan cuando nos movemos en el ámbito del deporte ya sea recreativo, educativo o competitivo-, que nos hacen inevitablemente topar con conflictos que surgen de la convivencia deportiva, en el juego y la lucha por los resultados, con los rivales o con el propio equipo.
En un terreno de juego hay competitividad, se mezclan los colores que se defienden, la emoción del ganar colectivo y los sentimientos enfrentados que se desencadenan con pasión.
Y es precisamente este cóctel lo qué hace que sea más vulnerable el buen clima deportivo.
Cada fin de semana, innumerables torneos, competiciones, partidos se celebran en nuestro país.
Encuentros deportivos de todos los colores y edades, tanto en pequeño como gran formato. Y consecuentemente, miles y miles de los correspondientes entrenamientos, que tampoco restan impunes a malestares y discusiones.
Tenemos delante, muchas horas de convivencia y a la vez mucho trabajo por hacer para mejorar en el juego limpio y en la educación de valores. Y esto no siempre es fácil.
En este día a día, y sobre todo en los deportes de equipo, surgen malentendidos de una forma muy habitual; entre los propios compañeros de equipo, con el entrenador, con los árbitros, con el equipo rival, con los familiares, en el vestuario, con el Club
Es vital romper con estas tiranteces de la forma más rápida y eficaz posible.
Tenemos que solucionar el conflicto cuanto antes mejor, porque la competición continúa, porque tendremos que seguir relacionándonos con los técnicos, con los compañeros, con los Centros Deportivos y con el equipo rival. Así, que la resolución del conflicto tiene que permitir preservar también, la buena relación futura entre los mismos.
Como en otros muchos ámbitos, la mediación nos será muy útil para resolver estas situaciones difíciles y tensas.
El mediador, que es imparcial y neutral, ayuda a las partes en su toma de decisiones y a encontrar la mejor solución en los conflictos que les afectan.
La mediación deportiva nos aporta unos beneficios importantes:
Podemos superar el conflicto pacíficamente, de forma amistosa, consiguiendo la reconciliación de las partes y sin que se deterioren sus relaciones.
Es una herramienta sencilla y con un procedimiento flexible, sin formalismos, siendo las propias partes quienes controlan el proceso. Esto ayuda a lograr una resolución del conflicto de forma rápida y efectiva. Pensamos que la competición o torneo continúa, y es una necesidad poder devolver a un clima pacífico lo más pronto posible.
Son las propias partes, en situación de equilibrio, quienes acuerdan sus soluciones, sin que haya un tercero que imponga decisiones. Y evidentemente, de forma totalmente confidencial.
Además nos supondrá un coste económico y emocional inferior, respecto a otros procesos.
Los Clubes y Entidades Deportivas están comprometidos inculcando los valores y los principios del deporte, y en este sentido tienen que ir potenciando la cultura del acuerdo y de la prevención de la violencia entre sus deportistas, miembros de la junta directiva, entrenadores sobre todo entre los más jóvenes.
Precisamente, estos valores y principios del deporte, coinciden en los que son propios de la mediación, como son la tolerancia, la imparcialidad y el equilibrio entre las partes, el juego limpio, la superación, el control emocional, la humildad, la voluntariedad, la lealtad, la empatía, la cooperación, la superación o el trabajo en equipo.
En su momento Nelson Mandela vaticinó que El deporte tiene el poder de cambiar el mundo. Ahora, sabemos que la mediación, también en el ámbito deportivo, tiene el poder de transformar el conflicto en paz.